viernes, 15 de octubre de 2010

Anochecer, amanecer.


El viento sopla de otro lado, en otra dirección, oigo tu voz y respiro el aroma de tu cabello que se agita con la brisa del amanecer, contigo el amanecer.

Anoche te robaste mis sueños y entraste en ellos, forzaste la entrada de mi conciencia, locura deseosa de ti, te pusiste enfrente de mí y mis manos derraparon en conjunción con tus caderas, me detuve entre un rio de sudor que brotaba de tu espalda e hice piruetas hasta caer dentro de ti, en tus cabellos y sobre tus labios; “hermosos labios que me roban el aliento y los suspiros”.

Anoche los rayos de la luna se enclaustraron en la habitación y tus ojos se volvieron la luna y al amanecer el sol resplandeció entre tus piernas desnudas, anoche se acelero el ritmo cardiaco mientras tus labios robaban mis sueños y tus manos arañaban mi espalda, anoche y hoy por la mañana sigue encendida la pasión, el viento no se detiene, no cesa, mi imaginación rebaso los limites, esta pasión no tiene límites; no hay señalamientos, mi velocidad es constante.

Dulzura que al amanecer te embriaga, pasión desbordada que al anochecer se hace dueño de tu piel mojada, viveza sobre tu piel, ahí vivo y ahí muero, ahí soy todo y soy nada.

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