miércoles, 27 de octubre de 2010

Vida y muerte.


El viento acariciaba dulcemente tu rostro, tus labios eran un mar de humedad, creadores de vida y esperanza. Paseabas descalza sobre una alfombra de verde pasto que adornaba la vida de aquel inmenso campo que sirvió de guarida para nuestro amor. Tus ojos eran la perfecta sintonía entre la tierra y el cielo.

La brisa fresca del amanecer que regaba las rosas del jardín que en conjunto con tu sonrisa provocaron mis sueños de creación.

¿En que momento se extravió nuestra conciencia?

¿En que momento permitimos que nuestro egoísmo consumiera nuestro amor?

¿Por qué dejamos de creer en ti y en mí?

El aire se volvió espeso, nos cuesta trabajo respirar, mi alma se enferma lenta y desesperadamente. Tus labios fueron invadidos por la ausencia de humedad, muero de sed sin ellos, como extraño besarlos una vez más.

Aquel inmenso campo extraña tus paseos matutinos, se ha secado, se consumió en soledad nuestra guarida de horas inmensas, de encuentros furtivos entre días y noches. El cielo fue cubierto por una capa oscura que marchita tus bellos ojos, el jardín se ha secado y junto con él se fue también tu sonrisa, todo cambio en el abrir y cerrar de nuestros ojos, se extinguieron nuestras vidas, cavamos la tumba de nuestro amor, morimos en soledad…

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