miércoles, 29 de septiembre de 2010

El amor no echo raíces.


El amor no echo raíces, no anclo en tu pecho. No fue en vano haberte amado, no fue pecado.

Fue como un barco que llego de mañana al puerto, soltó amarras solo por un par de lunas y después se retiro hundiéndose en las lejanías del horizonte.

Así fue, pasajero, fugaz, amor vagabundo. Fue increíble haberte amado los pocos minutos que duro el eclipse de mar, entre las olas enfurecidas de una cama de sabanas blancas en donde se provocaron tus labios y los míos.

El amor no echo raíces, fue amor precoz, sin intenciones de buscar abrigo, sin intenciones de quedarse aquí; así como llego se fue.

No fue abandono, ese era su destino, su camino, elevo las velas de su embarcación y el viento la arrastro en su nueva dirección y una mano se agito en el aire suspendido en señal del adiós, no te volverán a ver mis ojos. Ya no cruzaremos nuestros caminos.

Me quedo aquí en la orilla, la espuma de las fuertes olas golpea mis pies, no es tristeza, ya no lloro, es un sentimiento de ilarancia con dolor frustrado, mi engaño se hunde en el mar; el pirata resulto robado por una desconocida, el tesoro es tuyo tú te lo llevaste y apenas me estoy dando cuenta.

El amor no echo raíces, no anclo en mi puerto, no subió en mi muelle, solo tiro sus redes sobre mi almohada y atrapo mis sueños y mis besos.

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