martes, 21 de septiembre de 2010

Ladrón.


Un ladrón ronda tu cama, ronda tus sueños, busca secuestrar tus labios húmedos, despierta, abre tus ojos porque ya está cerca; sus manos sujetan suavemente tus caderas y bajan hasta postrarse sobre tus muslos, terminaciones nerviosas despiertan tus zonas erógenas, tu abres ya tus ojos y tus pupilas se contraen y tu respiración se agita, su voz humedece tus oídos y su saliva envenena tu garganta; tu cuello es asechado por sus labios, una mordida hace que tus manos se aferren a las sabanas con fuerza, te seduce, tu sudor no cesa, el aroma de tu cabello es embriagante, las feromonas de tu cuerpo y el suyo se mezclan, sus manos toman partido sobre tus senos y la excitación humedece tu vientre, es un rio de sensaciones, sus labios profanan tu cuerpo por cada rincón y sus pulsaciones dactilares cubren cada centímetro de tu piel.

La noche, la luna se moja en sudor, el vaivén de dos sombras entre las sabanas (tu carne sucumbe, la carne es débil) un ladrón y una princesa se entregan a la pasión, complicidad compartida, el ladrón nocturno se robo tus besos y algo más.

Un ladrón ronda por la noche, ronda cerca de tu cama, está buscando otra víctima insatisfecha que ha sido olvidada por el amor.

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